Viernes 18/11/2022 18:00-20:00 – Tema propuesto y presentado por Alberto
Disclosure (Revelación) es el título de un documental donde se entrevista a hombres y mujeres transexuales que han tenido cierto éxito y renombre dentro de la industria audiovisual estadounidense.
Durante sus diferentes exposiciones se quejan del uso espurio por parte de Hollywood de estereotipos de transexuales representados casi exclusivamente como prostitutas, asesinados por su condición sexual, sufriendo las enfermedades asociadas a los procesos médicos a que someten o recibiendo el desprecio o rechazo tras la revelación de su sexo biológico a hombres, que se sienten engañados, traicionados y que incluso pueden llegar a sentir asco al enterarse de la auténtica identidad de su conquista.
A modo de epítome del documental, en el minuto 58, Jen Richards, actriz y escritora trans, comenta que «Odia la idea de la revelación, ya que presupone la idea de que hay algo que revelar… Se refuerza la asunción de que hay un secreto que ha sido ocultado y que yo tengo la responsabilidad de contar a otros. Y esto presupone que el otro podría tener algún problema con aquello que ha de ser revelado y que sus sentimientos importan más que los míos».
Y así, como el preludio de un melodrama, surge la idea del argumento central de nuestro debate: Un hombre conoce a una mujer en un bar. Ella es transexual, él, heterosexual y ambos presuponen que el sexo, la identidad y orientación sexual del otro es heterosexual. Sin embargo, uno de los dos guarda un secreto que, según comenta Jen Richards, no se está obligado moralmente a desvelar.
Nuestra parejita se cae bien, se gustan, intiman e inician los preliminares hacia un devaneo sexual X o XXX. Ella no desvela su sexo real y, por tanto, progresa hacia el primer acto del drama, sintiendo que es mujer, porque está bien operada y ha tenido clara su identidad sexual desde la más tierna infancia. Y así, a pesar de que pueda aparecer un geniecillo cartesiano que litigue con su consciencia sobre si hay algo o no que revelar, continúa este romance donde, como en las buenas novelas de misterio, se deja la sorpresa para el final. De lo contrario, si este se diese a conocer inicialmente, ¿se iría todo al garete? ¿No sería mejor esperar al segundo acto, donde se desarrolla el conflicto? ¿Al tercero, donde la tensión es más alta? ¿O, quizás, tras el clímax, cuando se resuelve el melodrama? “Total, qué más da”, insistirá el geniecillo cartesiano, “más tarde o más temprano se va a enterar”.
Y si al final le gusta, ¿la aceptará? ¿Debería sentirse engañado este apuesto heterosexual? ¿Él se acostó con ella porque buscaba una mujer real por su sexo y no por su identidad o rol sexual? ¿Y quizá, a lo mejor, no le importe que, a pesar de estar buscando una mujer real, haya encontrado una mujer que no es real, según los estándares (de él), aunque sí lo sea bajo los suyos (de ella)? Y quizá sea por culpa de todas estas vagas disquisiciones entre el geniecillo, el hombre y la transexual, que la revelación se esté retrasado tanto:
Si le ha gustado, ¿se debería sentir engañado porque piensa que le han dado gato por liebre o debe ser comprensivo con el hecho de que siendo un tema tan “sensible” sea comprensible que haya tenido que ocultar su realidad?
Si no le ha gustado, ¿qué daños y perjuicios tiene derecho a reclamar? Si le ha dado asco, ¿se puede fingir o dejar de fingir este sentimiento espontáneo de repugnancia?
Jen Richards, compara la mayor o menor importancia de los sentimientos de uno y otro. Los suyos son importantes porque “siente” que no tiene por qué haber concordancia entre su sexo real y su identidad sexual y por ende no tiene nada que revelar. Los del otro, porque “siente” que no es la “mujer” que buscaba y debería haber sido informado antes. Pero ahora, a toro pasado, ¿hay alguna fórmula lógica y objetiva de valorar ambas subjetividades? ¿Qué sentimientos deben ser respetados en esta disputa moral, los del que tiene algo que revelar o los de aquel a quien le son truncadas sus expectativas? ¿Qué ha conseguido la mujer transexual con su clasificación temporal de información privilegiada, alargar unas horas el triunfo de un rollito de una noche de verano? ¿Su reino por una fornicación? ¿No podría haber dicho, como dicen muchas mujeres “biológicas”, “De momento, seamos solo amigos”? Y así, dejar que se desarrolle una relación y si luego hay sinceridad, sintonía, afinidad y aquiescencia, que sea lo que Dios quiera.
Se dice que cuando los otomanos estaban a punto de tomar Constantinopla, los sabios de Bizancio, en lugar de preocuparse de defenderse de los enemigos, perdieron el tiempo arguyendo acerca del sexo de los ángeles. No sé si nuestros muros están siendo asediados, pero en este debate, discutiremos más bien sobre el sexo de los humanos, que como vemos, es un tema sensible, con muchas aristas donde, aparte de la inclinación e identidad sexual, también surgirán temas aledaños como la disforia, el proyecto de la ley Trans, la ambigüedad adolescente, la rectificación de la mención registral relativa al sexo, el deporte femenino, los derechos de las personas de cualquier identidad sexual a tener una vida y un trabajo digno, así como los de las personas a conocer la verdad (si es que esta no es una metáfora o te hace libre). Al final, aunque intentemos evitarla, siempre acabamos hablando de ella…
ENLACES BIBLIOGRÁFICOS
Momento más emocionantes de DISCLOSURE | Netflix España
Mi opinión acerca del documental trans DISCLOSURE de Netflix
DOCUMENTAL: Disclosure (Revelación) en NETFLIX