VIERNES 8 DE SEPTIEMBRE 18:00-21:00:
Woodrow Wilson, que había sido reelegido presidente de los EEUU en 1916 con un programa contra la guerra y con los lemas “Nos mantuvo fuera de la guerra” y "Paz sin victoria", creó la Comisión Creel para dar la vuelta a la opinión pública y meter a los EEUU en la guerra (existe el precedente de la campaña de prensa antiespañola y leyendanegrista 18 años antes), ya que los norteamericanos no estaban por la labor."
LA COMISION CREEL
"Había, por tanto, que hacer algo para inducir en la sociedad la idea de la obligación de participar en la guerra. Y se creó una comisión de propaganda gubernamental, conocida con el nombre de Comisión Creel, que, en seis meses, logró convertir una población pacífica en otra histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán, despedazar a todos los alemanes, y salvar así al mundo (...)
El poder financiero y empresarial y los medios de comunicación fomentaron y prestaron un gran apoyo a esta operación, de la que, a su vez, obtuvieron todo tipo de provechos.
Entre los que participaron activa y entusiásticamente en la guerra de Wilson estaban los intelectuales progresistas, gente del círculo de John Dewey. Estos se mostraban muy orgullosos, como se deduce al leer sus escritos de la época, por haber demostrado que lo que ellos llamaban los miembros más inteligentes de la comunidad, es decir, ellos mismos, eran capaces de convencer a una población reticente de que había que ir a una guerra mediante el sistema de aterrorizarla y suscitar en ella un fanatismo patriotero.
Los medios utilizados fueron muy amplios. Por ejemplo, se fabricaron montones de atrocidades supuestamente cometidas por los alemanes, en las que se incluían niños belgas con los miembros arrancados y todo tipo de cosas horribles que todavía se pueden leer en los libros de historia, buena parte de lo cual fue inventado por el Ministerio británico de propaganda, cuyo auténtico propósito en aquel momento —tal como queda reflejado en sus deliberaciones secretas— era el de dirigir el pensamiento de la mayor parte del mundo.
Pero la cuestión clave era la de controlar el pensamiento de los miembros más inteligentes de la sociedad americana, quienes, a su vez, diseminarían la propaganda que estaba siendo elaborada y llevarían al pacífico país a la histeria propia de los tiempos de guerra. Y funcionó muy bien."
(Noam Chomsky, El control de los medios de comunicación).
Y cada vez funciona mejor. Ni siquiera hace falta ya controlar el pensamiento de los más inteligentes, desde hace décadas condenados al ostracismo y sin influencia.
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